Relatos del videojuego
VIGILO CONFIDO
Han pasado ya tres largos años desde que empezó la guerra. La batalla contra una amenaza que no es de mi planeta y cuyo objetivo no es otro que el de someter y aniquilar a la raza humana. Un enemigo que, con su llegada a la Tierra, consiguió algo que la humanidad jamás había logrado en siglos de evolución, historia y diálogo: unir a toda nuestra raza sin importar país, religión o ideología con el único objetivo de expulsar a un enemigo común que nos superaba en medios y tecnología. Pero no en valor y coraje.
Cada día despego a bordo del Skyranger junto a mis compañeros en una nueva misión. A veces tenemos suerte y salimos a realizar tareas de reconocimiento, rescate, escolta o desactivación de artefactos explosivos. Estas son las tareas más sencillas a las que se enfrenta un agente de la XCOM. Como solía decir el sargento «Butcher»: «Lo de hoy será un paseo por el parque nenes». A menudo lo tengo en mis pensamientos, al igual que a otros muchos. Butcher cayó hace unos meses en un asalto a una nave derribada en la que viajaban varios Mutones Élite, durante la Operación Profeta Retorcido.
En este tipo de misiones, el equipo de intervención cumple los objetivos de forma rápida, precisa y de paso nos llevamos por delante a un puñado de sectoides. Estas criaturas grises junto al Hombre Delgado son fáciles de abatir, sobre todo desde que tenemos estas estupendas armas con carga de plasma. Aunque no hay que descuidarse, estos enemigos son frágiles pero suelen actuar en grupos numerosos, se mueven hábilmente en el campo de batalla y pueden rodearte en un abrir y cerrar de ojos.
Sofocar una zona de terror alienígena, capturar criaturas vivas para su posterior estudio en el laboratorio de la base o despejar una zona de impacto cuando uno de nuestros pájaros derriba una de esas putas naves, eso sí son tareas arriesgadas en las que la muerte acecha a cada paso. Sin embargo no hay nada más peligroso que reconocer el terreno de una zona donde ha aterrizado una nave alienígena y posteriormente asaltarla. Una de las tareas más complicadas a las que puede enfrentarse un comandante de la XCOM y sus hombres. Siempre que acudimos a una zona de aterrizaje alienígena e iniciamos uno de estos asaltos, escuchamos el mismo mensaje de aviso por radio desde el centro de mando: » Recordad, esto es un aterrizaje, no una nave estrellada… esperen fuerte resistencia »
He visto a muchos caer en este tipo de misiones, agentes veteranos, buenos compañeros y amigos que volvieron a la base en una bolsa de plástico en el mejor de los casos. «Cuchilla» «Cowboy», «Vega», «Pelos»… todos sacrificaron su vida luchando por la libertad del planeta Tierra y la supervivencia de la raza humana. Estas enormes naves de transporte de las que hablo albergan en su interior a toda la basura extraterrestre que puedas imaginar, y en grandes cantidades. Mutones en sus tres variantes (Simple, Bersérker y Élite), Flotadores, Ciberdiscos de vigilancia y sin olvidar a los letales sectópodos, pesados droides de combate altamente resistentes, sobre todo si van acompañados de sus drones de reparación independientes. Junto al Mutón Élite, esta unidad es la principal responsable de la mayoría de bajas en XCOM.
Durante estos asaltos, que sabes cuándo empiezan y nunca cuando acaban, es fundamental que en el equipo haya un médico, un miembro de apoyo pesado con lanzacohetes y un hombre, principalmente un mando, con poderes psi que pueda proteger al resto del equipo de los poderes del Etéreo. Detrás de su aspecto frágil y sus movimientos escurridizos, se esconde un enemigo temible capaz de causar graves daños con sus poderes psiónicos. El Etéreo evita el combate directo pero es capaz de controlar las mentes de nuestros soldados y hacer que tu propio compañero te vuele la tapa de los sesos. También puede acabar contigo de un solo impacto con un potente golpe telepático. Asegúrate de que el francotirador de tu equipo siempre lo tenga en su punto de mira. Esta criatura a menudo es ferozmente protegida por el resto de tripulación alienígena. Rara es la ocasión en la que atrapamos alguno con vida pero cuando esto ocurre, después de incapacitarlo debidamente, nos encargamos de que se arrepienta del día en que decidió pisar nuestro planeta.
A veces, de vuelta al cuartel general y después de una de estas misiones, pienso en la suerte que tienen todos esos científicos e ingenieros que trabajan a salvo en el interior de la base. Los «cerebritos» como los llamamos. Ellos se pasan el día en los laboratorios y en los talleres, mirando monitores y probando prototipos. Es cierto que su cometido es estudiar a estas cosas, diseñar equipamiento y armaduras que nos protejan de una forma más eficiente. Apreciamos su importante labor, nos han ido dotando con armamento, conocimiento y medios más sofisticados: armas láser y de plasma, blindajes de quitina, armaduras de nueva generación… sin olvidar la importantísima Cámara Gollop que nos permitió usar el dispositivo etéreo y hacer que algunos de nuestros agentes desarrollaran el don.
Sin embargo lo que más me gusta es contemplar a nuestros aviones derribando a esas asquerosas naves de reconocimiento. Es una satisfacción que ahora también podamos defendernos en el cielo gracias a las mejoras en nuestros aviones de combate. El material extraterrestre recogido nos ha permitido crear nuestras propias naves-platillo, garantizando de este modo la seguridad en los cielos con una rápida respuesta ante una posible amenaza en cualquier parte del globo. Envidio a esos chicos, ojalá sirviera para pilotar una de esas naves.
Estos adelantos tecnológicos, que jamás podríamos haber imaginado, ahora son de gran ayuda en la guerra. Sin ellos habríamos sido extinguidos. No hay que olvidar que todo esto no habría sido posible sin el sacrificio de muchos y valerosos hombres que lucharon y murieron para conseguir todo este conocimiento. Pero en ocasiones tener el mejor equipo disponible no es suficiente. Hace un par de semanas Jefe Central anunciaba el Estado Negro durante la operación Romance Sagrado. El piloto del Skyranger confirmaba por radio que todo el equipo desplegado había caído durante su intervención en una zona de alta actividad extraterrestre.
La guerra continúa y cada día detectamos actividad extraterrestre en la gran pantalla del HOLOGLOBO de la sala de mando. Si de verdad hay algo que me reconforta eso es la labor de nuestro Comandante. Con su mando y a pesar de las dificultades, nos ha ido guiando con éxito en cada una de las complicadas operaciones de esta guerra. Juntos hemos sudado sangre en el campo de batalla, hemos superado infinidad de misiones, la mayoría de ellas terminaron bien y otras no tanto. Hemos perdido a muchos compañeros por el camino, hemos visto caer algunas naciones y pasamos momentos complicados cuando algunos países del Consejo decidieron retirar su apoyo al proyecto XCOM. Pero no hay gloria sin sacrificio. Jamás podré olvidar el día en que iniciamos la Operación Vengador, el día en el que por fin pudimos asaltar y destruir la nave Templo.
Ese día perdimos a uno de nuestros mejores hombres. El sacrificio del Coronel Matt Ward «Nieve», el primer soldado de la agencia XCOM en obtener el don y desarrollar sus propias habilidades psiónicas. Hizo saltar por los aires a la nave Templo momentos antes de que el resto de agentes lograramos escapar en el Skyranger de evacuación. Fue un duro golpe para los extraterrestres y un día inolvidable para la Humanidad que sin duda pasó a los anales de su historia.
Empieza un nuevo día y otra vez vuelvo a subir a bordo del Skyranger. Una nueva misión en otro lugar del planeta que necesita nuestra ayuda. Esta vez es Japón. Está siendo asediada por una fuerte oleada extraterrestre. Una vez más los objetivos vuelven a ser los mismos, momentos antes del descenso son repasados rápidamente: Localizar el OVNI estrellado, barrer la zona en busca de enemigos supervivientes y neutralizarlos. En la medida de lo posible, evitar daños adicionales a la nave, algunos de sus componentes pueden ser recuperables. Mientras nos alejamos de nuestra base, asentada en Berlín, el corazón de Europa, pienso en si esta guerra tocará a su fin en algún momento. Sin embargo creo que todo este horror no ha hecho más que comenzar y que lo peor está por llegar. Es en estos momentos cuando me alegro de tener al Comandante a nuestro lado.
A los caídos
Coronel Matt Ward “Nieve”
Cnel. Mosi Bengu «Gladiador»
Cnel. Duncan Ralphs «Niño»
Cnel. Harry Roberts «Cowboy»
Cnel. Hanna Hagen «Cuchilla»
Cmdt. Inés García «Vega»
Cmdt. Victor Santiago «Oso»
Cap. Rohn Mikos «Duque»
Tte. Stephen King «Odin»
Tte. Kumiko Ishikawa «Espantapájaros»
Tte. Anatoly Volkov «Vándalo»
Tte. Adam Murphy «Travieso»
Sgto. Matteo Gasparatto «Spaguetti»
Sgto. Butcher MC Queen «Tanque»
Sgto. Rooney C. «Terremoto»
Cabo Heinrich Schneider
Sol. North Blondie
Sol. Boris Bogdanov
Sol. Emily Mcintosh
Sol. Finn Nilsen
Sol. Patric Robinson
Sol. Janus Hendriks
Sol. Maura O’Sullivan
Sol. Yuzuki Mori
Sol. Melissa Carpenter
Sol. Carlos Valdez
Sol. Irina Novikova
Sol. Bjorn Johannessen
Sol. Yegor Semynov
Sol. Harumi Yamazaki
Sol. Rooney Daly
Este relato está basado en la partida real del redactor iniciada en el año 2012. El nombre de las operaciones y el de todos los soldados que aparecen son auténticos. Después de terminar el juego, el redactor decidió crear una segunda partida en ese punto de la historia donde es posible mantener un conflicto sin fin en el que la historia de XCOM: Enemy Unknown continúa generando misiones de forma aleatoria.
Imágenes: PieroMacgowan.com
Para Nataka
Muy buena historia y muy bueno el videojuego
Hola Marcos,
Pues si, XCOM: Enemy Unknown es un juegazo. Estoy enganchado a el desde su lanzamiento en 2012. Ahora estoy liado con su expansión, Enemy Within. Al principio la idea de volver a empezar el juego desde cero para disfrutar de la expansión me echaba para atrás, pero ahora no me arrepiento. Quién me iba a decir a mi que los combates por turnos podrían llegar a ser tan emocionantes.
Un saludo