Imagina que un buen día tus juguetes se hartan por lo mal que los has tratado y deciden amotinarse. El líder de esta rebelión, el gran oso de peluche Hugolin, reclama el título de Toy Commander junto a sus lugartenientes, retándonos a reconquistar nuestra propia casa.
Esta pequeña joya exclusiva para Dreamcast, desarrollada por el estudio francés No Cliché, nos sitúa en una guerra de juguetes a través de los ojos de un niño. A nuestra disposición contamos con más de treinta vehículos en cincuenta misiones que tenemos que completar para poder recuperar el rango de Toy Commander.
Al comenzar nuestra aventura ante nosotros se despliega una enorme casa interactiva con diferentes zonas que podemos explorar libremente a medida que superamos misiones. Antes de empezar cada una de ellas disponemos de distintos vehículos para abordarlas por tierra y aire con: jeeps, tanques, camiones, aviones, helicópteros, etc.
Todos los vehículos, excepto los de transporte, cuentan con dos tipos de armas: una ametralladora y un arma especial. En cada misión podemos alternar en todo momento los vehículos disponibles. Los de transporte son los únicos que pueden trasladar tropas y material al corazón de la batalla. Algunas misiones solamente pueden terminar con éxito utilizando todos los vehículos disponibles de forma combinada. Resulta fundamental conocer los puntos fuertes de cada uno.
La casa donde tiene lugar esta singular contienda está dividida en varias zonas y en la última nos aguarda el combate cara a cara con el mismísimo Hugolin. Sin embargo, este malvado peluche no es el único cabecilla en el bando de los juguetes rebeldes. Cada zona del juego está controlada por un jefe que te desafía. A medida que avanzas, aparecen nuevas misiones para ponerte a prueba una y otra vez. Para completar objetivos no solo debemos disparar y conducir, también tenemos que interactuar con diferentes elementos de la casa, como electrodomésticos, llaves de la luz, grifos… que utilizamos para cumplir nuestra misión. El factor exploración favorece que tengamos que buscar recovecos por el escenario para acceder a zonas solamente accesibles con un determinado tipo de vehículo.
La última misión de cada zona consiste en un combate contra el jefe en cuestión. Solo podrás enfrentarte a él cuando hayas conseguido superar sus récords de tiempo en cuatro misiones de su zona. Cuando lo consigues, el jefe te reta a un duelo. Llegados a este punto es donde encontramos una de las particularidades del juego. Una vez derrotado, el jefe se pone de nuestro lado y el oso de peluche pierde un aliado. Esto es de vital importancia para el combate contra Hugolin, ya que podemos sumar a nuestras filas cada uno de los jefes derrotados con anterioridad para la batalla final del juego. Para llegar a este último encuentro tenemos que haber vencido al menos en la mitad de las misiones.
Esta original mecánica de progreso, con un poco de estrategia y cierta improvisación a la hora de planear nuestros ataques, otorgan a la obra de No Cliché una gran personalidad. Los vehículos gastan combustible y necesitan ser reparados, detalles que contrastan con su aparente propuesta infantil. Estas particularidades también confieren al juego profundidad y una dificultad acertadas. Su banda sonora, de calidad y un tanto peculiar, también merece ser destacada.
Toy Commander es un videojuego que derrocha diversión y luce muy bien a pesar de los años. Basta con recorrer cualquiera de las zonas de la casa y disfrutar con la originalidad de sus misiones para darse cuenta del cariño con el que está realizado. El diseño de cada una de las estancias inspira un campo de batalla improvisado, ese que a menudo imaginábamos en cualquier lugar cuando éramos pequeños. Un escenario interactivo repleto de posibilidades y grandes detalles al servicio de la imaginación de un niño y su particular guerra civil de juguetes. Por supuesto tiene un modo multijugador para cuatro amigos, en equipos o por separado.
No Cliché nos hizo un pequeño regalo un año después, en las navidades de 2000. La revista Dremcast Oficial incluía el Dream One (Volume 4) donde aparecía Toy Commander: Christmas Special. Un nivel de temática navideña completamente exclusivo que solamente podía disfrutarse en aquella demo. Sin duda, Toy Commander es un juego que no puede faltar en tu colección de Dreamcast.
¡Qué genial saber que todavía guardamos en el recuerdo a juegos como este! La época de PSX/Saturn/N64/DC es, para mí, la más original en conceptos de juegos. Se arriesgaba mucho y hay un cajón lleno de grandes maravillas como Toy Commander que han sido olvidadas. Es el Toy Story de Sega.
Nunca me cansaré de decirlo, que pena que DreamCast se nos fuera tan pronto, nos hubiera dado grandes juegos y una sucesora hubiera sido el toque que falta ahora mismo en la industria.
Gracias por tu comentario, Ruryk. La época que comentas tiene un aura especial. Para todos aquellos que tuvimos la suerte de vivirla, pudimos experimentar el encanto que desprendían videojuegos como Toy Commander. Es un ejemplo perfecto de la clase de títulos que componían el inolvidable catálogo de Dreamcast.