Tiene gracia que a mis cuarenta me haya enganchado a Warhammer. Ciertamente, me refiero al juego de mesa y concretamente al universo futurista 40k. Esta segunda juventud en hobbies podría interpretarse como traición, puesto que me he metido de lleno a completar mi capítulo de Ultramarines. Ahora pienso en el tablero y las figuras más que en el mando y la consola. Sin embargo, esta infidelidad parcial me ha llevado a recordar Warhammer 40000: Space Marine.
El juego de Relic, lanzado en 2011, en su momento me resultó entretenido, sin más. La sombra de Gears of War resulta alargada y suele eclipsar alternativas interesantes. Probablemente, algunas de ellas por distintos motivos no alcanzan la excelencia de la saga de Epic pero resultan muy dignas. Spec Ops The Line, el conciso The Order: 1886 o este Space Marine son buenos ejemplos.
Claro está, mi creciente interés por el universo 40k y su elaborado trasfondo me han provocado para sacarlo de la estantería otra vez. Por supuesto, rejugarlo con el subidón de los dados y el códex no lo convierte en mejor juego. No obstante, sí me ha servido para comprobar la correcta interpretación del rico universo en el que se inspira.
Space Marine, en términos de jugabilidad, no pretende ocultar su fuente de inspiración. Un resumen inapetente pero certero lo catalogaría como un «Gears» sin coberturas con un toque de Hack and Slash.
El juego recrea acertadamente aquello que espera el fan: plasmar la violencia de un mundo futuro y sus brutales batallas. Por supuesto, tomando prestado aspectos de GoW para asegurar el tiro. Es más, encontramos un nivel a bordo de un tren similar al que aparece en la primera entrega. Dicen, que la imitación es el mayor de los halagos. Cada uno puede extraer su propia reflexión al respecto.
El periplo del Capitán Titus se esfuerza constantemente para demostrar su capacidad. Y lo consigue. En primer lugar, su argumento. El universo de Warhammer 40k se caracteriza por su amplio y trabajado lore. En el cuadragésimo primer milenio no existe más que guerra. Los enemigos del hombre libran una batalla constante contra los descendientes de la Tierra con el fin de exterminarlos. Múltiples razas Xenos constituyen una grave amenaza. Estas criaturas temen muchas cosas, pero una por encima de todas: la ira de los Marines Espaciales, los Ángeles de la Muerte. Estos súper soldados son lo único que impide la total aniquilación de la humanidad.
Una descomunal horda de Orkos ha invadido el mundo forja imperial de Graia. Una de las fábricas de tamaño planetario donde se crean las máquinas de guerra para la interminable batalla de la humanidad. El Capitán Titus junto a dos veteranos ultramarines deben defender el planeta frente a los pieles verdes. Sin embargo, una fuerza más oscura acecha en las sombras.
Titus y sus compañeros se reúnen con el 203º Regimiento de Cadia y localizan al Inquisidor Drogan. El equipo inicia la búsqueda de un artefacto capaz de aniquilar a los Orkos mediante un azote psíquico. Sin embargo, su activación provoca la apertura de una fisura disforme y las fuerzas del Caos, guiadas por su señor Nemeroth, se unen al ataque sobre Graia. La flota de liberación imperial debería llegar en algún momento como refuerzo.
El juego comienza con un espectacular descenso desde los cielos entre naves aliadas y enemigas para tomar tierra sobre el planeta. Desde ese primer instante, Space Marine sumerge al jugador en el mundo de violencia y destrucción de 40k. El inicio resulta toda una declaración de intenciones. Nada de paseos o charla inicial. Un breve tutorial y estamos reventando orkos sin cuartel. La narrativa de Space Marine resulta harto sencilla pero en la sencillez a menudo encontramos esa diversión directa e infalible.
Space Marine presenta un acabado un poco más tosco en algunos apartados. Sobre todo, si es comparado con algunas de las propuestas citadas anteriormente. El control, especialmente, transmite una sensación áspera en los momentos donde requiere más precisión.
Titus y el resto de personajes principales exhiben un diseño cuidado, al igual que las armas, vehículos y determinados objetos del lore. En cambio, la calidad de otros modelos y las texturas resultan irregulares. Por otro lado, los efectos de iluminación son escasos para un título con un nivel de pirotecnia capaz de rivalizar con la Batalla de Normandía. Finalmente, algunos niveles cuentan con un nivel de inspiración desigual.
Sello de pureza
No obstante, Space Marine sabe jugar sus cartas. El sistema de combos resulta sencillo pero funciona dentro de su ruda jugabilidad, encaja dentro de la personalidad del título. Así mismo, cuenta con un medidor de furia que, una vez lleno, posibilita poderosos ataques cuerpo a cuerpo, permite restaurar parte de la vida perdida y ralentiza el apuntado con las armas de fuego.
Cuando los fusileros orkos abren fuego y sus granadas propulsadas vuelan describiendo tirabuzones hacia nuestra posición la emoción aumenta. Resulta una delicia cargar contra una horda blandiendo la espada sierra. Incluso, cuando iniciamos una refriega, a menudo comprobamos que muchos tiroteos pueden resolverse mejor disparando desde la cadera, sin el apuntado con precisión.
En segundo lugar, técnicamente no alcanza el mismo nivel que su rival directo, el equipo Delta. A pesar de ello, ofrece físicas trabajadas y buen rendimiento. Especialmente, cuando la pantalla rebosa multitud de enemigos sin apenas problemas de fluidez. También, destaca el tamaño de sus escenarios y la arquitectura épica de algunas edificaciones. Esta característica, junto a la brutalidad de los combates y el tamaño de las hordas, consiguen compensar hábilmente algunas de las carencias evidentes.
Esa simplicidad anteriormente comentada en ocasiones influye negativamente en el ritmo del juego. La escasa variedad de situaciones puede provocar cierta sensación monótona. Aunque, sabiamente, introduce algunas tesituras memorables de forma adecuada. Los combates contra enemigos especiales surgen casi siempre cuando has exterminado una horda tras otra. Como resultado, también protagonizamos una defensa a bordo de una Valquiria, fases donde Titus equipa un jetpack, una lid contra un Caudillo orko y ese asalto final junto a los Cuervos Sangrientos, momentos antes del enfrentamiento contra Nemeroth.
Del mismo modo, durante la aventura vamos recogiendo nuevas armas, todas extraídas directamente del arsenal de los Ultramarines. La espada de sierra, el bólter pesado o el cañón láser están representados fielmente. El arsenal desbloqueado sigue una progresión ascendente en su nivel destructivo. Podemos llevar un número limitado de armas pero a menudo encontramos puntos donde intercambiarlas para crear una nueva selección ajustada a las necesidades del momento.
La interpretación de Relic del universo Warhammer 40000 resulta amena y adecuada. Es cierto que en algunos aspectos va a lo práctico, restando un poco de aquí y allá, centrándose en aquellos elementos clave e inspiratorios donde debe cumplir para no fallar. Su propuesta, desatar toda la violencia posible sobre los enemigos de la humanidad en nombre del Emperador, funciona y nos hace sentir como un Ultramarine repleto de ira. Los Orkos y las huestes demoníacas del Caos caen a cientos por nuestra mano. Termina resultando adictivo a pesar de su estructura demasiado lineal.
Definir a Space Marine como un simple sucedáneo de Gears of War no es del todo exacto. Efectivamente, toma prestado ciertos elementos y hace uso de fórmulas clásicas pero cumple como juego de acción y sabe satisfacer a los interesados por el universo de fondo. De hecho, no deberíamos olvidar que las figuras del poderoso soldado futurista embutido en una armadura de Halo y Gears posiblemente tengan su inspiración en los aguerridos Marines Espaciales de Warhammer 40k.
Mientras aguardamos la llegada de su esperada secuela, prevista para este mismo invierno, seguiré echando unos dados al tablero y tendré este Space Marine cerca para apaciguar el ansia por exterminar Xenos.
Me alegro que rescataras este título Rubio. Las veces que hablamos en el pasado de él te dije que merecía una segunda oportunidad por tu parte, quizá porque yo desde mucho antes ya estaba ensimismado con el Universo Warhammer, buen articulo amigo.
Una cosa más…..Muerte al falso emperador!!!!
Tenías razón, Maverick. La verdad es que esta segunda vuelta la he disfrutado más. Echo en falta un poco más de variedad de situaciones y un poco más de sentimiento en los personajes. A ver qué tal la secuela.
Una cosa más… mís Agresores harán puré a los traidores corrompidos por el Caos.
muy buen contenido felicitaciones
Gracias Thiago, me alegra que te guste.
Un saludo
Un videojuego muy bueno y… gloria al emperador