Artículo de opinión
A los ojos del que vende una necesidad, al bolsillo del que compra un butrón, el contenido descargable adicional no gratuito de los videojuegos pocas veces justifica el descaro del distribuidor. Acompañando, enriqueciendo o parasitando, el DLC acude escoltando casi cada obra, habitualmente mucho menos tarde que temprano, a su cita con el jugador. Y la razón a la que apelan los padres de cada creación es, sobre todo, el mercado de segunda mano. El menos nocivo para el bolsillo del comprador…
El mercado de segunda mano comenzó a multiplicarse (y sigue aumentando) de manera exponencial desde hace algo más de 10 años. Y como consecuencia de esto, el número de descargas de contenido es directamente proporcional al de juegos que llegan al consumidor sin que éstos pasen por la caja del mercader ni del, vamos a llamarle, por ser cortés, artesano. Revender su juego es algo que siempre ha podido hacer el comprador, pero antes solía quedarse con los cartuchos y los CDs que no perdía en las estanterías de su habitación.
No puede pasarse por alto que las versiones digitales se venden al mismo precio que las físicas. Y no pocos jugadores se preguntan si en algún reino, alguna secta de fabricantes hace discos, cajas y manuales por divina revelación, y después se las regala a la distribuidora porque le obliga su religión. Pero tampoco se puede obviar que las operaciones para compartir copias digitales han tardado tan poco en descubrirse como en multiplicarse. Sin dejar de preguntarnos si vino antes el huevo que la gallina, podemos dejar, por pura cortesía de nuevo, este round en empate.
El sobreprecio de los videojuegos es tan hiperbólico que resulta sangrante, pero tan de siempre, que el jugador, eterno donante, ha pasado a buscar alternativas y soluciones, pero nunca ha dejado, ni seguramente deje, de resignarse. Y más cuando hay quien quiere imponer cada vez más requisitos para poder degustar una partida desde el sofá del salón. Cada vez que una empresa mutila en cierta medida la divulgación de contenidos buscando argucias legales y triquiñuelas tecnológicas, hace exactamente lo mismo con el halo cultureta que pretende que acompañe a su corporación.
Dinamitar las cadenas de distribución, cargarse las tiendas, y el siguiente paso, al menos para Microsoft, es jugar con internet por decreto y hacer juegos intransferibles, una licencia por jugador. Eliminar de un plumazo un derecho inalienable de todo comprador: hacer lo que le plazca, dentro de los imágenes de la legalidad vigente, con su adquisición. Por supuestísimo, venderlo al precio que esté dispuesto a pagar el recomprador. Pero si se venden licencias… no.
Las compañías se justifican apelando a los monstruosos costes de producción. Pero sigue sin ser justificación… el parque de consolas es inmensamente superior. Y la piratería masiva, desde la defunción del cartucho, ha estado presente en cada generación. Desarrollar un mismo juego para varias plataformas, si no todas, aunque haya algún forajido, es ley en el sector, y si bien es cierto que cada vez hay que ceder más billetes al creador, también lo es que dar libertad para dejar trabajar a los talentos fuera de una cadena de robotizada producción es mucho más barato que invertir millones en desintegradores de partículas y algoritmos volumétricos para crear neblinas en un multijugador.
Un trabajo de marketing de los profesores Andrew Ching (Universidad de Toronto) y Masakazu Ishihara (Universidad de New York), además de aportar datos tan manoseados como que el mercado de juegos nuevos y de segunda mano alcanzan volúmenes muy parejos a día de hoy en Japón, que los juegos digitales se devalúan menos, o que los juegos nuevos son un 27% más caros que los usados, resumía que, económicamente hablando, hacer juegos instransferibles puede tener repercusiones tanto positivas como negativas para las compañías. El 86% de las ventas de un juego tienen lugar durante su primer mes en tiendas, cifras similares a las del mercado de segunda mano no obstante, pero que a partir de la octava semana desde su lanzamiento solo vende copias usadas. El estudio concluye afirmando que el mercado de segunda mano solo será reducido si el precio de los juegos nuevos hace lo mismo en un 33%. Esto daría unos beneficios del 18% por juego, siempre que el jugador opte por hacerse con tres títulos nuevos en lugar de dos más otro usado.
Sobreprecio que afecta, pero menos, a los juegos de ordenador… Los poderosos brazos del PC, que se encarga de anabolizar cada dos días a golpe de nuevos componentes y de riñón, abrazan encantados vía steam a cada vez más títulos y más tránsfugas para su colección. Alternativas que no englobarían nunca la totalidad de juegos a los que está acostumbrado un jugador de consolas, como los exclusivos de PlayStation y Nintendo, siempre entre los mejores juegos de su correspondiente generación.
En este sentido, y por mucho que siempre haya alternativas, el jugador, el primo que sustenta todo, pagará por jugar sí o sí, o al menos lo harán muchos para que jueguen otros. Aunque cada vez lo escondan mejor, es habitual que los juegos lleguen capados a la espera de que se desembolse por lo que falta. Esto es tan triste como lamentable. Como si ya de primeras no se vendieran los videojuegos muy por encima de su valor. Añadir contenido que no dio tiempo a pulir por los brutales plazos de producción, que han demandado los usuarios, o simplemente porque quieren seguir ganando ante el éxito de su creación, puede ser, en el peor de los casos, discutible, e incluso loable y de admirar en el mejor. Pero el jugador, primo, pero feliz con su juego, no tiene muchas veces más remedio que sacar la vaselina y bajarse el calzoncillo… y que nadie olvide que ya había hecho lo mismo con su pantalón.
Totalmente de acuerdo, cada vez hay menos derechos para los jugadores. Hemos pasado de tener en propiedad juegos a alquilar juegos por 60 €, increíble…
Un texto que desde luego invita una vez más a la reflexión. Un tema siempre polémico el de los DLC’s. Gran aporte Voyevodus. Gracias.
Acojonante que se vendan juegos a 100 pavos al amparo del DLC.
Yo personalmente, salvo rarísimas excepciones, si compro un juego que acaba de salir me pillo una copia digital, cuenta primaria. No pago más de 35 euros por un juego que no sea un MGS.
Un placer colaborar con BornToPlay.es
Un abrazo.
60 euros por un juego y 40 por el pase de temporada, esta visto que el sistema esta corrupto, o salvaje, o ladron, como sea…
Hay un caso raro en WiiU. Splatoon. Por lo visto sale el juego con lo justo, y lo iran ampliando poco a poco, espero que gratis pero no lo se. Juegos inacabados que ya los iran completando por falta de tiempo , se supone. Esto ya es de locos. Splatoon es otra variante del cachondeo al que nos estan acostumbrando.