Bueno pues si todavía queda alguien que ha estado pasando estos últimos meses encerrado e incomunicado dentro de un búnker, Microsoft ha vuelto a explicar el funcionamiento de su Xbox One, una nueva videoconsola que, sin conocer todavía plenamente la política de Sony con PS4, será la primera máquina que nos imponga una serie de estrictas reglas para poder jugar. La compañía confirma de nuevo la condición necesaria de esta conectados a Internet cada 24 horas. Este requisito será aplicable siempre que juguemos en nuestra consola ya que si lo hacemos desde otra tendremos que estar conectados cada hora. Cuando se haya cumplido ese plazo de tiempo en desconexión NO podremos seguir jugando hasta que no volvamos a conectarnos a la red.

El mercado de segunda mano dependerá de las editoras, sobre ellas recaerá la decisión de permitir o no la reventa de sus productos. Microsoft no impondrá tarifas a las distribuidoras, ni a las tiendas de videojuegos, ni a los jugadores.

Podremos prestar o regalar nuestros videojuegos al vecino o a nuestros amigos sin que estos tengan que pagar nada para disfrutarlos, siempre y cuando se cumplan dos condiciones. Primero, que esa persona que recibe nuestro juego haya estado en nuestra lista de amigos durante un tiempo mínimo de 30 días. Y segundo, un mismo videojuego solamente podrá prestarse o regalarse una vez. Microsoft también ha confirmado que el alquiler de videojuegos no estará disponible en el lanzamiento de la consola.

Esto es el futuro, o juegas con mis normas o no juegas. Resulta curioso porque no paran de ensalzar las posibilidades sociales de esta nueva generación, el intercambio de información entre la comunidad de jugadores y demás pero por otro lado restringen nuestra libertad y nuestros derechos para lo que les conviene. Debemos estar siempre conectados y controlados, es la dirección hacia la que avanzamos, es lo normal y terminaremos acostumbrándonos. Esto es lo que opinarán muchos y seguramente sea así pero otros, entre los que me incluyo, no podemos evitar esa amarga sensación que nos produce la idea de tener que depender tan directamente de algo o de alguien para simplemente disfrutar de una partida a la consola. Y es que cuando en vez de darte opciones te obligan, las cosas se contemplan de otra manera, y ese tipo de política señores, la llegado a los videojuegos.