En una entrada anterior, Reflexiones sobre el coleccionismo de videojuegos para gente corriente, comentamos tres factores importantes para comenzar una colección: el tiempo, el espacio y la capacidad económica del coleccionista. Si estos tres elementos no fueran relevantes para coleccionar, en especial, el espacio y el tiempo, dispondríamos de un nuevo sistema para alcanzar el mismo objetivo. La irrupción del mercado digital ha modificado las reglas de nuestra afición: el coleccionismo de videojuegos.
La infraestructura del ocio cultural ha sufrido importantes cambios durante este siglo. Los avances tecnológicos en las plataformas virtuales cambian constantemente nuestra manera de comprender el mundo del ocio y la cultura. No podemos negar la inmediatez y comodidad proporcionada por la red para conseguir cualquier producto. Las plataformas de descarga y visualización en directo, como Steam o Netflix, han transformado la mentalidad de muchos consumidores que navegaban y saqueaban junto al infame Barbanegra. Hoy en día, sin la necesidad de ponerse un parche en el ojo, resulta más aceptable y sencillo comprar videojuegos en formato digital.
El espacio deja de ser un elemento relevante si consideramos la adquisición de videojuegos digitales como una forma de coleccionismo; almacenamos multitud de títulos en discos duros o en la nube y creamos bibliotecas de juegos que son espejismos de las estanterías de otras épocas. No hay límite de espacio, ahora poseemos cuanto nos permite nuestro salario. La economía del espacio, no limpiar el polvo y la rapidez de compra son ventajas para todo coleccionista digital.
El tiempo dedicado a encontrar un videojuego en formato digital se reduce a unos pocos minutos delante de la pantalla. A golpe de ratón, incrementamos nuestras colecciones desde la tranquilidad de una diáfana habitación. No tenemos ningún motivo para recorrer calles, para rebuscar en tiendas oscuras atendidas por dependientes malhumorados, para localizar a otros coleccionistas o especuladores que intentan hacer negocio con la afición.
En teoría, el producto digital permite abaratar los costes de producción. Encontramos ofertas durante todos los meses del año: la locura en primavera, los descuentos de verano, las rebajas de otoño, la bajada de precios por San Quintín. Cualquiera puede disfrutar de sus juegos favoritos sin necesidad de ahorrar, porque el mismo ahorro está en la compra.
Entonces, nos preguntamos, ¿hay algún motivo para perder nuestro tiempo en la búsqueda de un título, para vivir hacinados entre cartuchos, plásticos, manuales y cajas de cartón, para vender algún órgano sobrante y pagar esa joya perdida de nuestra infancia?
Como mencionamos en la anterior entrada, una parte importante del placer del coleccionismo reside en la búsqueda y descubrimiento del producto. El coleccionista dedica tiempo a encontrar los artículos en un determinado estado a un coste asumible. Aunque es cierto que podemos rastrear un título en formato digital en las diferentes plataformas y tiendas virtuales, la exploración se reduce a encontrar el mejor precio. El tiempo empleado paraencontrar un título aumenta exponencialmente el valor que tiene para el coleccionista. Además, la búsqueda genera recuerdos y anécdotas sobre un artículo: muchos coleccionistas recuerdan con cariño y orgullo cómo consiguieron ese videojuego perdido en la memoria.
El espacio digital, indudable ventaja sobre el producto físico, produce la ilusión de atesorar una gran colección. Pero, ¿es realmente una colección? Catalogar y ordenar una serie de títulos es también motivo de satisfacción para el coleccionista tradicional. En el propio lenguaje usado en las plataformas virtuales hay un fuerte empeño en equiparar el coleccionismo físico con el digital, se insiste en uso de términos como colección, biblioteca, distribución, orden o catálogo. Si tenemos en cuenta la emulación de juegos clásicos, todos tendríamos auténticos museos del videojuego, pues cualquiera puede acceder a ellos sin muchas complicaciones.
En cuanto a las rebajas del producto digital, si hacemos cuentas, veremos que hemos gastado dinero en adquirir más títulos que no vamos a jugar a corto plazo. Hay que tener fuerza de voluntad para resistirse a los lotes digitales o las rebajas de las diferentes plataformas. Acumulamos juegos por la inmediatez, la oferta y una extraña sensación de posesión.
En la actualidad, muchos títulos nos obligan a usar una plataforma virtual, aunque los compremos en formato físico con mayor coste que en formato digital. Compramos una caja con su carátula, un disco en su interior, una clave de descarga y nada más. Si quieres algún extra, pasa por caja y compra la versión del coleccionista. Limitada, por supuesto. Lejos quedaron los manuales, los mapas y las guías como un parte importante del juego. Recuerdo Zelda: A Link to the past, su libro de instrucciones y el mapa desplegable que invitaba a recorrer Hyrule incluidos en la caja de la única versión de salida.
Si se pierde la búsqueda, la distribución del espacio, el tacto, el olfato y, además, vamos a dejar olvidado el título en el disco duro, solo hemos coleccionado una clave de acceso.
Admito que los catálogos digitales proporcionan grandes ventajas sobre el producto físico. Gracias a ciertas plataformas y nuevos recopilatorios, disfrutamos de multitud de juegos que serían imposibles de adquirir en formato físico por su valor o rareza. Sin embargo, no puedo comparar el coleccionismo digital con el coleccionismo tradicional. Creo que la cuestión reside en el objetivo propuesto para la colección. ¿Queremos simplemente jugar y acumular títulos o disfrutar de los pasos para lograr una colección?
Físico, siempre… aunque me da la sensación de que la gen de PS5 y Series X podría ser la ultima que apueste x el formato fisico
Opino que el término coleccionismo está ligado de forma casi inseparable a la naturaleza física de aquello que se colecciona. Son objetos u elementos diversos capaces de generar sentimientos y emociones al buscarlos, encontrarlos y por fin adquirirlos físicamente.
Es cierto que las plataformas digitales ofrecen comodidad, ofertas suculentas y también juegan con la nostalgia ofreciendo grandes clásicos a precios irresistibles y claro, picas, terminas sumando un amplio catálogo de juegos que puede definirse como «colección» y además, como bien dices Belmont, sin consumir en espacio físico y ahí está la diferencia. En este punto también opino que gran parte de los jugadores que consume este tipo de mercado digital, son personas que contemplan los videojuegos como un servicio en el sentido más estricto de la palabra, un producto de usar y tirar para rápidamente consumir otro nuevo producto y así sucesivamente. No tienen tan arraigado ese sentimiento de jugador profundo o romántico, es otro perfil de jugador surgido en esta época digital donde todo va demasiado rápido. Prueba de ello, basándome en los comentarios y opiniones de la gente que conozco que usa estas plataformas, es que la mayoría van comprando y acumulando juegos y muchos ni llegan a jugarlos o no los terminan. Este tipo de mercado es lo que genera y provoca. Personalmente pienso que no se llega a disfrutar ni a valorar las experiencias de juego adecuadamente cuando estás jugando a 3 o 5 juegos al mismo tiempo mientras no paras de ver constantes ofertas. Es consumismo puro y duro. No es coleccionismo.
El verdadero coleccionista está ligado de forma casi inseparable a la necesidad de preservar, completar y almacenar algo de forma física. Y siempre se invierte alguna dosis de esfuerzo en forma de tiempo, dinero y espacio (a menudo las tres al mismo tiempo) Y después poder contemplar en la estantería, tocar y siempre disfrutar sin necesidades de intermediarios, sin esperar la respuesta digital de un frío servidor ante nuestra llamada para nuestra sesión de juego.
«Es consumismo puro y duro. No es coleccionismo.»
No estoy nada de acuerdo con muchas de las cosas que dices aquí, pero me centro en esta por resumir. Tengo malas noticias: el coleccionismo de cosas que se compran es consumismo. Da igual el formato.
Se puede tener una visión romántica de un coleccionista que persigue un juego hasta obtenerlo y poder disfrutar de su experiencia lúdica, y es muy loable cuando el fin es compartir alguna rareza. Pero la mayor parte de las veces, el interés acaba con esa obtención y pronto se cambia el objeto de deseo al siguiente de la lista.
¡Muerte al coleccionismo!
Efectivamente adquirir cualquier producto o servicio es consumismo. Pero existen muchas maneras de practicarlo y por supuesto de promoverlo. El coleccionismo no solo es tachar un objeto de la lista, pierdes el interés y pasas al siguiente elemento como dices. También disfrutas con todo el proceso, con la búsqueda y posteriormente con lo que has ido recopilando. Como casi todo en esta vida, es la manera de hacer las cosas lo que marca la diferencia, puedes coleccionar/consumir de una forma más o menos sana o puedes gastar y especular de forma sucia como hacen algunos.
Afirmas «Muerte al coleccionismo» y yo te digo que puedo entender que no te guste coleccionar nada pero me parece una afirmación con poco sentido. Para muchos, ser coleccionista de algo, cualquier cosa, es la máxima expresión de amor o el homenaje que uno puede hacer hacia su afición.
Por supuesto, que cada uno disfrute de sus hobbies de manera sana de la manera que estime más oportuno. Sólo quería dar mi contrapunto (aunque sea un poco extremo) a todos los comentarios pro-coleccionismo que hay por aquí. Como usuario habitual de bibliotecas, pienso que cada una cumple una función mucho más interesante que veinte colecciones de acceso privado.
Efectivamente, cada una cumple su función y vienen a satisfacer las preferencias de cada uno de forma distinta pero discrepo en que estas bibliotecas digitales resultan más interesantes que las de acceso privado (si vienes a referirte a una colección física privada). Personalmente he ido conservando las consolas y la mayoría de los videojuegos que he ido adquiriendo con el paso de los años y casi sin pretenderlo terminas siendo un coleccionista, aunque no lo tuvieras pensado de origen.
Personalmente me parece más interesante contemplar una colección física que puedas ver, tocar y disponer de ella siempre que quieras y sin restricciones que una pantalla con las imágenes de cada juego. No obstante, es cuestión gustos, necesidades, espacio, etc. Lo ideal, si te gustan los videojuegos, es aprovechar lo bueno de las dos vertientes. En mi caso, hacer uso de las copias digitales para casos muy concretos, es decir, aquellos títulos interesantes que no se lanzan en físico
Xogón, creo que estás mezclando dos temas sin relación directa con esta entrada sobre el coleccionismo de videojuegos. Aún así, me parece interesante tu acalorada opinión. Por supuesto que las bibliotecas públicas son necesarias y cumplen una función más importante que una colección de libros privada. Al igual que las colecciones de arte. Sin embargo, yo seguiré admirando bibliotecas particulares con ejemplares a los que no tengo acceso. Además, disfruto comprando libros para formar mi propia colección. En el caso de los videojuegos es diferente, no existe una biblioteca pública donde podamos tomarlos prestados en formato físico o digital.
¿Podrías explicar tus motivos en contra de coleccionar videojuegos en cualquiera de sus formas?
Saludos.
Primero distingo una colección que se forma de forma dinámica, incorporando juegos a medida que se quieren jugar, de una colección que sea un fin por sí misma.
Creo que el coleccionismo mitifica en buena parte al objeto de colección, cuando lo interesante es el contenido, no el continente. Considero que la excitación por buscar, comprar, esperar, recibir y catalogar un juego no es positiva, ya que depende más del objeto en sí (lo raro que sea, difícil de conseguir, precio, etc.) que realmente de lo interesante de la jugabilidad, que es lo que deberíamos de disfrutar.
Si, a falta de ludoteca pública, hubiese un sistema fácil y sencillo para deshacerme de los juegos que ya no me van a interesar (digitales o no), pues saldríamos ganando tanto coleccionistas como anticoleccionistas.
Pienso que no debe generalizarse, aunque a veces es fácil caer en ello. Personalmente disfruto a menudo de mi repertorio de juegos clásicos y no tan clásicos jugándolos, los colecciono principalmente para disfrutarlos, no para contemplarlos solamente bien colocados y clasificados en una estantería. Aquellos títulos que busco para adquirir no lo hago por su rareza, por su valoración o porque sea un ejemplar limitado, lo hago porque me interesa su jugabilidad, su historia, etc. Preservo aquellos juegos que me gustan y que tienen un significado especial porque vuelvo a jugarlos más de una y más de dos veces.
Creo que la frase¡Muerte al coleccionismo!esta totalmente fuera de contexto,entiendo lo que quieres decir pero el coleccionismo es una actividad tan lícita como otra cualquiera y un hobby tan respetable como cualquier otro.Claro que es consumismo pero que no lo es?.Al fin y al cabo vivimos en una sociedad capitalista.
Para mi siempre físico,pero es cierto que los juegos en cajas tienen los días contados,llegará el día que todo sea digital,es el futuro nos guste o no.Pero yo pienso que los juegos digitales al final pagas por algo que no tienes en realidad o así al menos lo veo yo.Los jugadores de verdad nos gusta ver nuestros títulos en la estantería.Y como dice Malevolus creo que la Ps5 y la Xseries serán las últimas en las que meteremos un Cd.Esto tiene un lado bueno,que reduciremos el consumo del plástico en este tipo artículos,pero por lo demás físico.
Gracias por vuestros comentarios,
Cuando hablo de coleccionistas, no tengo en mente a un tío Gilito acaparando tesoros con el único propósito de enterrarse junto a estos. Pienso en aficionados obligados a decidir en qué gastan la parte del salario destinada al ocio. Creo que el coleccionismo, ya sea de sellos o videojuegos, es un entretenimiento más en la vida de muchas personas.
En las plataformas virtuales, con su multitud de ofertas y beneficios para el jugador, hay mayor probabilidad de consumo y gasto innecesario que en el coleccionismo de juegos físicos. En este punto estoy de acuerdo con Rubio. Quizá sea más conveniente hablar de materialismo cuando nos referimos al coleccionista tradicional.
No creo que el objetivo principal del coleccionista sea compartir con otras personas. Es una afición que puede ser solitaria. Habrá coleccionistas que disfruten compartiendo sus experiencias, otros que busquen objetos para recordar, otros querrán solo jugar, y los del síndrome de Tutankamón.
¿Es la biblioteca de juegos digitales una colección? Yo creo que no lo es por los motivos que comento en esta entrada. El formato digital me permite jugar a muchísimos juegos y por eso compro en esas plataformas. Pero coincido con Romo, tengo la sensación de haber alquilado más que haber adquirido un producto.
Saludos.
Existen tantas maneras de entender el coleccionismo como coleccionistas. Y todas son válidas.
Cada uno colecciona por sus motivos, tan lícitos como cualquiera.
Yo colecciono a modo de homenaje. Rara vez pongo una consola antigua. Siempre tiro de raspberry, que uso un huevo, sobre todo con dos mandos arcade que tengo. Yo, los juegos que guardo, son juegos que por un motivo u otro se han ganado su sitio en la estantería. Después de hacerme con mis 100 juegos favoritos amplié la lista. Una lista que, por cierto, me llevó hacer bastante trabajo. Debo tener unos 220 y me deben quedar unos 120 o así. Mañana mismo he quedado con un tío de Wallapop que me vende 5 juegos de la lista por 25 pavos, todos de PC, entre ellos el Soul Reaver, que si lo quieres en PS no te baja de 90 pavos.
Sobre los juegos físicos… no se si desaparecerán. Pero si eso ocurre, es dentro de muchísimos años. Ya se venden más juegos digitales que físicos, pero se siguen vendiendo una barbaridad de juegos físicos. En PS4, por ejemplo, de los 1200 millones de juegos que lleva vendidos (solo superada por PS2), unos 500 millones de copias son físicas. Eso es muchísimo. Limited Run saca tiradas de menos de 10.000 juegos. No van a dejar de vender juegos que venden millones de copias físicas.
Yo, salvo juegos que no salen físicos o cuya versión física se me va de presupuesto, no suelo tirar de digitales. Debo tener unos 14 o así entre PS4 y Switch. Físicos tengo unos 90 más o menos. Y es que el formato físico ofrece, sobre todo, dos ventajas: puedes revender en la segunda mano, y puedes dejarle el juego a tanta gente como quieras tantas veces como quieras.
Sobre este tema debo comentar un detalle de los juegos digitales y es su precio, no entiendo como pueden valer lo mismo que uno físico. Un ejemplo: Call of Duty Modern Warfare resmaterizado para Xbox One, yo compré este juego en Amazon hace un mes por 19€, en la store estaba en ese momento a 39€, ahora ha bajado y está a 24€, ¿como es posible que cueste más la versión digital?. Otro ejemplo es el F1 2020 edición Michael Schumacher,lo compré en Game por 79€, exactamente lo mismo que el digital. Entedería que la versión física costará unos euros más, hay un gasto de fabricación y distribución, pero el digital que gastó tiene? Es un tema que daría mucho para hablar.
En teoría, los juegos digitales valen más por poder ser descargados en 2 consolas. Antes creo que eran 3.
Para mi también el coleccionismo está ligado sin duda al formato físico. De hecho, yo los juegos que tengo en digital tengo claro que algún día dejarán de «ser míos» pues es probable que la consola deje de funcionar en algún momento y no podré recuperarlos porque la tienda digital ya no existirá. En cambio un cartucho o un DVD sí será mío para siempre. Además no es lo mismo encender la consola y que el juego sea un icono que tener una caja en la estantería, no me hace la misma ilusión.
El formato digital está genial, soy un defensor suyo porque abre un nuevo mercado de posibilidades, pero no es la esencia de coleccionar videojuegos. Opino como muchos de vosotros en que es mero consumismo. Yo el primero que he comprado muchos títulos en digital porque tenían una oferta que no podía desaprovechar y luego ni he jugado. De hecho ni podría deciros bien que juegos tengo en digital. Al contrario que los que tengo en físico, que me acuerdo perfectamente de haberlos comprado. Ahí está una gran diferencia para mi.