Ba-baaa-baaaa- dok-doook dooooookk…
Sí, lo sabemos. El cine de terror ya no da miedo. Creo que todo comenzó a ir de mal en peor después de aquel boom generalizado que hubo con las películas de terror japonesas.
La verdad es que títulos actuales como La Mujer de Negro o Mamá nos gustaron, relatos tipo cuento tenebroso que se alejaban un poco de tópicos y los clásicos sustos que ya vienen incluidos de serie en cualquier film de terror, tales como: miro y no hay nada, vuelvo a mirar y veo algo espantoso. La clásica niña morena de pelo largo que baja por la escalera y toda esa retahíla de recursos psicológicos para jugar con los sentidos que al principio cumplían su objetivo. Ahora el espectador está completamente inmunizado contra la mayoría de los sustos y situaciones de infarto porque aquello que ha funcionado ha sido explotado hasta la saciedad.
En este género todo se ha vuelto demasiado predecible y los grandes clásicos son los que prevalecen. Sus historias son fuente de inspiración para muchos directores actuales y en el cine esto es un arma de doble filo porque si, por ejemplo, quieres hacer una peli de exorcismos es bastante probable que no consigas superar a El Exorcista y sus míticas escenas. Y todo el mundo te machacará por ello.
Babadook es una nueva víctima de todo esto. Seis años después de la muerte de su marido, la protagonista de esta historia y su hijo continúan con la dura lucha de superar su terrible pérdida. La mujer intenta educar a su hijo, el cual tiene un comportamiento complicado por culpa de un monstruo que se le aparece en sueños y amenaza con matarlos.
Un día un extraño libro de cuentos titulado «The Babadook» aparece, nadie sabe cómo, en su casa. El niño, Samuel, que en algunos momentos puede recordarnos a Damien, está convencido de que el Babadook es el monstruo de sus pesadillas. Sus constantes alucinaciones lo convierten en un niño fuera de control, impredecible y violento, al que le encanta fabricar todo tipo de armas caseras.
La mayor parte de la película parece que estamos viendo un episodio un poco más oscuro de Supernanny donde vemos a una madre completamente desesperada. Amelia apenas puede dormir durante las noches debido al comportamiento de su hijo, tiene el rechazo social de su escaso núcleo familiar por culpa de los episodios violentos de Samuel y para colmo, siempre tendrá el recuerdo de que su marido murió en un accidente de tráfico el mismo día que la llevaba a ella al hospital para dar a luz a su hijo. ¿Quién no va a querer a este niño?
Sin embargo cuando Amelia ya estaba empezando a pensar que su hijo estaba trastornado de verdad, comienza a sentir una presencia siniestra a su alrededor, poco a poco se da cuenta de que aquello sobre lo que Samuel la había estado advirtiendo podría ser real. No obstante, el espectador no sabe quién es Babadok ni de dónde procede, un día aparece (por lo menos tiene la cortesía de llamar por teléfono) como una especie de silueta negra con una especie de chistera y unas manos con largas garras pero no se explica su origen, si es un espíritu, una maldición, nada.
Al final qué sacamos en claro después de ver esta película, pues que madre no hay más que una y que si queremos pasar miedo de verdad nos volveremos a pasar el primer Condemned.