La verdad es que cada vez entiendo menos a la gente, a los jugadores me refiero. Diariamente leo y escucho sus quejas acerca del cariz que ha tomado el mundo del videojuego pero hay que reconocer las cosas y la culpa no es solo de la industria, el jugador también ha evolucionado y en muchos casos ha terminado convirtiéndose en un ser inconformista, insaciable, superficial y estúpido. A diario en foros, canales y páginas los jugadores critican, blasfeman y lamentan que el videojuego podría ser un mundo mejor y más bonito. En el fondo, los jugadores de hoy en día son unos hipócritas.
La mayoría de ellos afirma, por ejemplo, que preferiría seguir usando el disco de toda la vida antes que comprar en un totalmente instaurado mercado digital. Se aferran a sus discos y a sus viejos cartuchos, muchos de ellos alardeando de su condición de coleccionista y saber «old school«. El jugador de hoy tiende a hablar más de la cuenta y va de listo, sobre todo a través de su ordenador o de ese «grillete» conocido como smartphone donde todo el mundo es un experto y donde siempre, inevitablemente, hay un pez más grande que todo lo sabe y que por supuesto ha jugado mucho más que tú. Sorprende la realidad cuando estudios bastante fiables arrojan datos reveladores demostrando que la venta de copias físicas desciende y las descargas digitales aumentan cada día más.
Asqueado me siento cuando recuerdo el número de entregas que tienen franquicias como Call of Duty o Assassin’s Creed y cansado estoy de ver cómo la gente se queja de ello pero ahí siguen, manteniendo el status de súper-ventas, su popularidad y una comunidad de incondicionales absurdos. Todo ese tiempo y dinero en forma de juegos innecesarios podría haberse invertido en creatividad. Si, creatividad, eso que tanto se necesita y que aparentemente solo se ve en las campañas de crowfunding, también viene a ser lo mismo que «indie» o presentar un videojuego con aspectos y mecánicas de hace 15 años. Todo el mundo parece perder la cabeza cuando uno de esos bonitos juegos en 2D protagonizado por un personaje adorable hace acto de presencia, ya sea la campaña en Kickstarter de turno, desarrolladores primerizos o el estudio grande que juega a ser independiente, da igual de donde venga. Son muchos los que aplauden la llegada de este tipo de «neo-reliquias» pero al día siguiente continúan lamentándose porque el lanzamiento de este mes tiene un apartado técnico por debajo de lo esperado.
El jugador de hoy es un ser rematadamente tonto y la industria se aprovecha de ello, de la tremenda ausencia de equilibrio o de un término medio en toda esta situación. Existen obras comerciales que gozan de una gran aceptación, espectaculares y para todos los públicos como por ejemplo Uncharted. Por otro lado, sagas como Dark Souls también triunfan por llevar al extremo una jugabilidad masoca que lleva la repetición de sus combates a un nivel de penitencia en ocasiones absurdo. De este modo se calman los extremos, las necesidades más fanáticas de un público enfermo. Son varios los estudios de desarrollo que en más de una ocasión han comentado que el modelo de jugador actual no quiere experiencias realistas ni demasiado complicadas. Este lamentable hecho queda reflejado en ese catálogo intermedio, donde el uso de mecánicas cada vez más accesibles y juegos más impersonales abundan por doquier. Pues qué pena oiga pero es que no lo entiendo, la gente compra juegos «para todos» que se venden como churros pero al mismo tiempo continúa clamando por la llegada de mesías en forma de IP’s de antaño y mecánicas tradicionales que consigan devolverles la felicidad. Qué lástima y qué agonía vivir de esta manera.
Casi todos criticamos la casualización general que padecemos pero en el fondo la gente lo asume o lo ignora y mira hacia otro lado mientras pone a descargar otro DLC. Aquellos que somos conscientes de todo esto nos hemos convertido en las victimas del éxito que padece nuestro hobby favorito, una forma de entretenimiento que antaño era calificada como anti-social o de niño raro por todos esos que un mal día comenzaron a hacer el imbécil delante de un sensor de movimento y descubrieron que jugar a la consola es guay. Yo os maldigo cien mil veces porque sois el puto T-virus que ha podrido este mundo, un mundo ahora comercializado de los pies a la cabeza.
El concepto actual de videojuego cada día me da más asco y no me identifico para nada con el perfil de jugador de moda, ese que anda casi parejo con los gameplays de Youtube. Afortunadamente me siento incapaz de prestar atención a un tío que hace el gilipollas mientras juega u otro que con voz de experto intenta decirme cómo debo jugar. El éxito de estos nuevos «comunicadores» queda demostrado una vez más cuando recientemente se anunciaba «Youtubers Life«, un videojuego que recrea su vida. No me sorprende, en serio, estoy «deseando» que salga para jugarlo, a ver si con un poco de suerte puedo hacerme con la edición coleccionista. Por supuesto y para quien no haya pillado es pura y auténtica ironía, como la triste realidad de que seguramente habrá más de uno que de verdad lo esté esperando y vaya a jugarlo.
De vez en cuando compro juegos como todo hijo de vecino pero la indiferencia que siento hacia una industria que apenas reconozco sube como la espuma. He pasado de Star Wars: Battlefront como de comer mierda, la llegada de The Division y Quantum Break me ha causado casi el mismo impacto que el sonido de un nuevo whatsapp entrando en el móvil y me ha vuelto a dar la risa floja cuando he visto el anuncio de una nueva remasterización o cuando se descubrió que el mapa de Far Cry Primal es el mismo que el de Far Cry 4. De verdad, qué pena… todo esto es de locust, digo de locos.
Completamente de acuerdo, lo que más se echa en falta es creatividad y probar cosas nuevas, no tener la sensación de estar siempre en lo mismo. Pero bueno, tiene que haber de todo en la viña del señor, y menos mal que hay juegos tipo morrowind que son capaces de absorber toda una vida jeje
Nada q no sepamos ya a estas alturas, es la senda por laq ahora transcurre el videojuego. Tampoco yo me identifico con toda esta parafernalia lucrativa de los gameplays, los youtubers y demás pero bueno cada uno lo vive a su manera y cada cual sabe cual es su grado de participación en todo este «sistema». Yo lo tengo claro, cada vez soy más y más selectivo con los juegos que compro