Mechero por linterna

En 2017, Tarsier Studios nos sumergía de forma reminiscente en los temores nocturnos de nuestra tierna infancia a través de una aventura de plataformas con pequeñas dosis de exploración, terror y puzles que nos recordaba en su planteamiento a las obras de Playdead, Limbo e Inside.

El estudio sueco nos conquistó con aquel videojuego y su protagonista. La segunda parte apuesta nuevamente por una inquietante atmósfera, una gran personalidad audiovisual y algunas novedades bien recibidas. Este análisis de Little Nightmares 2 pretende centrarse, principalmente, en las virtudes y aquellos defectos que una secuela nunca debería dejar coleando.

En esta ocasión controlamos a Mono, un misterioso joven atrapado en un mundo sobredimensionado y distorsionado. Durante su aventura es acompañado por Six, nuestra querida niña del impermeable amarillo del primer juego. A medida que se desarrolla su relación tienen que colaborar para superar diferentes situaciones y enfrentarse a terroríficos enemigos con la ayuda del ingenio.

Estas son las primeras novedades que encontramos, el cambio de protagonista y la cooperación entre los dos personajes para poder avanzar. Una posibilidad que efectivamente genera un poco de variedad en la fórmula conocida: resolución de pequeños puzles visuales, momentos de sigilo y ajustados saltos.

Los escenarios mantienen su estructura 2D, ofreciendo un poco más de sensación de profundidad gracias al uso de pasillos y la exploración de algunas habitaciones en dirección 2.5D. El diseño de los niveles vuelve a brillar por su atmósfera inquietante y siniestra. Es un juego que, sin generar altas dosis de miedo, es capaz de ponernos la piel de gallina en algunos momentos. Los enormes y macabros jefes de cada nivel vuelven a ser los encargados de generar los momentos de mayor tensión.

La interacción dentro de los escenarios es uno de los atractivos de las pequeñas pesadillas de Tarsier, manteniendo pulsado el gatillo derecho accionamos los distintos elementos y nos agarramos a puntos del escenario. La gran novedad dentro de esta mecánica es la posibilidad de atacar para defendernos en determinadas situaciones y podemos hacer uso de objetos o mecanismos para acabar con algunos enemigos. Estos puntuales encuentros de combate siempre están predefinidos y ofrecen un nivel extra de tensión debido a la precisión que requieren, pues debemos calcular correctamente nuestro ataque frente al movimiento rápido de una amenaza.

Esta nueva posibilidad también nos permite romper obstáculos que impiden nuestro avance en algunos momentos. Sin duda es la mecánica más interesante de esta segunda entrega. Sin embargo, no lo es tanto el hecho de que podamos agarrar de la mano a Six o captar su atención llamándola. Dos acciones sin apenas repercusión durante la aventura que fugazmente me recordaron a ICO.

Little Nightmares 2 sigue la línea que marcó el anterior juego para evitar complicaciones. Esto es bueno en parte porque la primera entrega fue un gran juego, pero se ha desaprovechado la oportunidad de optimizar el control, que lejos de ser malo, no termina de estar pulido completamente. Las novedades introducidas, como las mecánicas de colaboración y el combate, son acertadas, pero podrían haberse aprovechado más para potenciar la personalidad de esta segunda parte y asociarlas al nuevo protagonista. El cambio de personaje principal puede ser arriesgado si no está justificado.

Si disfrutaste con la primera aventura, volverás a hacerlo con este segundo capítulo. Es cierto que no sorprende tanto, pero adentrarse nuevamente en este universo inspirado en nuestras pesadillas infantiles, donde se dan cita personajes y monstruos grotescos en lugares donde preferíamos no estar, sigue resultando divertido. Aquella profesora malvada del colegio, el viejo muñeco roto que había en el trastero, esa sala oscura donde creíamos ver sombras moviéndose, todo esto y algún susto más junto a una nueva reflexión sobre la pérdida de la inocencia nos aguarda en Little Nightmares 2.

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