Todo jugador lo ha experimentado alguna vez en su vida. Incluso en más de una ocasión. De hecho, aquellos que religiosamente militamos este entretenimiento es como si estuviéramos condenados a padecer la misma tragedia, al menos, una vez por generación, con cada consola que ha pasado por nuestras sudorosas y encallecidas manos. Una especie de maldición que antes o después siempre se repite con el fatal añadido de que a menudo se ven implicados videojuegos muy concretos, aquellos que requieren de una ardua y especial dedicación.
Es una sensación de vacío horripilante que solamente alcanzan a entender aquellos que lo han experimentado en sus propias carnes. Resulta habitual recordar esa primera vez, de hecho, siempre es la misma sensación, la misma dosis de impotencia y rabia, una especie de fotocopia que al sucederse una vez más replica en nuestra mente aquellos casos más dolorosos que padecimos en el pasado.
A estas alturas muchos ya sabrán de qué estoy hablando, para aquellos que aún no sepan por dónde van los tiros lo resumo con rápidos ejemplos: «partida no encontrada «, « no existen datos « o » fallo al leer la tarjeta de memoria »
Efectivamente, además del clásico «no se puede leer el disco » no hay nada peor que perder una partida, no poder recuperar el progreso de un juego es una de las experiencias más frustrantes que puede padecer un jugador. Una dolorosa realidad que empiezas a digerir cuando has intentado por todos los medios poner en práctica cualquier remedio inútil; apagar y encender la consola, sacar y volver a meter el juego, soplar el filamento del cartucho… Da igual, sabes que no hay vuelta atrás, después de haber probado lo imposible aferrándote a una esperanza que se desmorona solamente queda afrontar lo inevitable. Poco a poco empieza a apoderarse de ti esa sensación de pérdida tan incómoda.
Borrar accidentalmente los datos de guardado, sobreescribir una partida actual sobre la más antigua o simplemente padecer un incomprensible fallo del sistema a la hora de cargar. El desastre puede tener diferentes caras pero el resultado es el mismo. Probablemente algunos pensarán que hoy en día esta fatalidad se ha visto reducida y es menos probable sufrirla gracias a los avances como el almacenamiento en la nube y demás, sin embargo lo cierto es que internet y las avanzadas consolas actuales también pueden jugarnos malas pasadas, y la conexión permanente es uno de los principales motivos.
Sentir que has perdido el tiempo, que el esfuerzo y la dedicación no han servido para nada no es una verdad irrebatible. Mientras jugabas, disfrutabas, esa sensación momentánea siempre resulta enriquecedora, nos hizo disfrutar el momento, carpe díem. Adquirimos experiencia y llegamos a dominar el juego, sin embargo nuestro eco en su universo virtual se ha esfumado, nunca estuvimos allí. Ese testigo, ese escriba digital que recopila datos y memoriza nuestras hazañas se ha perdido como un sueño y no hay nada que demuestre nuestros logros y reconocimiento, salvo nuestras palabras y el testimonio de que una vez estuvimos allí, en el último escenario, frente a frente contra el poderoso enemigo final, luchando contra ese temible dragón pertrechado con nuestra armadura nivel 140, conduciendo ese flamante deportivo que tanto tiempo nos llevó desbloquear, saqueando el mejor de los tesoros. Todos esos momentos se perdieron para siempre… like tears in the rain.
jejjeje.
A mí, que yo recuerde ahora mismo, me ha pasado dos veces. Una con el God Hand en PS2, con la partida por la mitad, y sobre todo, con FF VIII, en PSOne, al final de la partida… dos veces me llegué al final del juego desde el principio. Nunca me lo llegué a pasar. Mi auténtico Némesis.
Aún guardo memory cards de PS y PS2 con las partidas guardadas de MGS, MGS2 y MGS3.
Yo he tenido algunas perdidas y cagadas de datos muy épicas. Recuerdo una con el RE Code Veronica que todavía me duele, practicamente al final del puto juego. También recuerdo cuando jugaba con otros juegos y como no tenía pasta para una tarjeta de memoria me tocaba empezar siempre desde el principio. Qué tristeza XD…
Nunca me había sentido tan identificado con un artículo, más razón que un santo.