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Relatos del videojuego: Partida en el garaje

Agosto de 1999, son las cuatro de la tarde en un conocido pueblo de la región de Ávila. El sol aprieta a esta hora. El incesante sonido de las chicharras en los pinos recalentados de alrededor hace que el calor se note todavía más. Me arde el cogote mientras subo a buen paso el tramo de cuesta asfaltada que todavía queda hasta llegar a casa de mi amigo David. Para ser más exactos… a su garaje.

Casi todas las tardes de verano se repite el mismo ritual: termino de comer, finjo reposar un poco la comida y en plena hora de la siesta, momento prácticamente sagrado en la morada de todo hijo de vecino, me escabullo de mi casa como un auténtico cyborg ninja.

No hay un alma en la calle, no te cruzas con nadie en el camino. Sin embargo, no soy el único que rechaza el placer de la siesta a cambio de salir afuera en el momento de más calor del día. Algunos de mis amigos también acuden religiosamente cada tarde al garaje de David. Cuando llegas, primero observas si hay alguien en el porche de su casa. Cuando no hay moros en la costa, abres lentamente el ruidoso cerrojo metálico de la cancela y accedes al jardín. La puerta del garaje, ligeramente entreabierta y delatadora, anuncia que la partida está a punto de comenzar. David ya ha encendido la Nintendo 64 y seguramente ha preparado los cuatro mandos mientras aguarda echando una partida en solitario.

Se agradece cuando por fin entras en ese garaje. La oscuridad inunda la estancia, únicamente al abrir la puerta y el destello de la pantalla alumbran la estancia y los rostros de cada uno de los asistentes. La temperatura es fresca y contrarresta rápidamente el calor que has pasado durante el camino. El olor a «garaje» es característico. La cara sonriente de David, alumbrada por el resplandor del pequeño televisor de tubo, también. La Nintendo 64 ruge motores mientras decidimos a qué jugamos y buscamos dentro una mochila repleta de cartuchos grises. La interrupción momentánea de la atractiva prima de David para recoger algo nos distrae por un momento.

 

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Super Smash Brosh, Mario Kart, Turok 2, The World is not Enought y el gran Perfect Dark con sus respectivos modos multijugador son algunos de los grandes protagonistas durante esas interminables sesiones de juego a pantalla partida. También algún título en solitario como Star Wars: Rogue Squadron. Sin embargo, las eternas partidas al multi de Goldeneye en aquellos escenarios míticos como «Facility» fueron durante dos veranos nuestro deporte oficial, poniendo a prueba la resistencia de la consola de Nintendo. Era el momento de pasarlo bien. Aquellos intensos duelos servían para demostrar tu habilidad con el mando y el nivel de maestría personal alcanzada con el juego de Rare durante todo el invierno. Por supuesto, también daban a pie a divertidos e improvisados juegos coopeativos que inventábamos sobre la marcha.

Durante estas reuniones de amigos, mandos y cables eres testigo de todo: emoción, bromas, gritos, piques, revanchas, alianzas y algunas traiciones pero sobre todo muchas, muchas risas y buenos momentos. Todo termina cuando empieza anochecer, se acerca la hora de la cena y la abuela de David irrumpe en la estancia para echarnos con la misma frase de siempre «vamos, cada mochuelo a su olivo«. Cuando sales al exterior estás como aturdido después de la pedazo viciada que te has metido junto a tus amigos, incluso te molesta la poca luz que aún queda del día, pero sonríes junto a los demás recordando las mejores jugadas y el buen rato que has pasado. Entras de día y sales de noche, a menudo solíamos decir.

Aquellas partidas se repitieron cada verano y cada tarde hasta los tiempos de la GameCube, después fuimos creciendo, cada uno tenía su trabajo y sus obligaciones en verano y poco a poco esos encuentros en el garaje pasaron a la historia. Mientras, veíamos pasar varias generaciones de consolas, incluida aquella que terminó por asentar el juego online para siempre, condenando estas divertidas partidas entre amigos en un mismo televisor, mucho más cercanas y divertidas, al olvido. Sin duda fue uno de los puntos fuertes de la gran N64 y con el paso del tiempo terminará siendo contemplado como otra peculiaridad más dentro de la evolución que ha ido sufriendo el videojuego. Lo cierto es que no cambio ninguna de esas tardes a cuatro mandos por el mejor de los servidores, ni por la más multitudinaria de las partidas en alta resolución o con realidad virtual de la actualidad.

 

 

Para David

Gracias por todas esas partidas inolvidables en tu garaje

 

 

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RUBIO

Un videojuego puede ser como un buen libro o una gran película. Siempre digo que existe un juego para cada persona. Si aún hay alguien por ahí que no se ha enganchado a los videojuegos es porque todavía no ha encontrado su juego. Cuando lo encuentras, descubres una llave que abre la puerta a un mundo de diversión y entretenimiento sin igual.

8 comments

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  1. Wiitre 29 junio, 2017 at 09:07 Responder

    Muy bien relatado Rubio, me ha encantado, yo esa experiencia no la vivï, como mucho nos juntábamos dos con la SuperNintendo, la N64 yo no tuve el placer de probarla, enhorabuena por el artículo.

    • RUBIO 29 junio, 2017 at 11:33 Responder

      Hola Wuiitre. La Super Nintendo también tenía un buen puñado de títulos para disfrutar con un amigo, yo eché muchas horas a dos mandos con SMW, Super Probotector y Turtles in Time.
      Me alegra que te haya gustado el artículo Wiitre, tal y como lo plasmo es como pasaba cada día. La verdad es que la Nintendo 64 es una consola que se recuerda con mucho cariño, como todas al final, pero todas tienen algo particular que las diferencia y esas partidas con cuatro amigos… son únicas.

  2. malevolus 29 junio, 2017 at 11:28 Responder

    La Ultra 64…. el poco catálogo que tiene es único, solamente por las obras de Rare ya merece la pena hacerse con una si nunca la tuviste. Los duelos con cuatro mandos son una fuente inagotable de diversión. Al igual que Rubio pasé muchos buenos ratos jugando con mis amigos.

  3. bladerunner 17 julio, 2017 at 04:45 Responder

    Joder Rubio, me ha encantado, que recuerdos esas epocas. Me rio cuando se oye hablar a dia de hoy de graficos y teraflops… en esos tiempos nadie le dada importancia a esas cosas, se disfrutaba , y mucho, con unas maquinas que son entrañables y que te lo daban todo solo o en compañia.

    Cuando Ueda habla de diseño minimalista en sus juegos, siempre me acuerdo de la play1 y de la n64. Minimalista a ojos de hoy, si. Pero consolones como la copa de un pino. Y menos frias que las de hoy en dia, donde compartes amigos online en vez de en persona.

    Aunque por otra parte, el online de la ps3 me permitió conocerte, un tio muy grande!
    Un abrazo, amigo, y enhorabuena por el texto.

    • RUBIO 17 julio, 2017 at 08:23 Responder

      Hola Blade!

      Cada generación tiene sus peculiaridades y sus cosas buenas supongo, pero yo considero que esos momentos a dobles y a pantalla partida con un amigo o varios son muy especiales y no deberían perderse pero es lo que tú dices, ahora juegas online e interactúas con 50 jugadores en tu pantalla desde la soledad de tu salón. Por otro lado, todos estamos muy ocupados y es difícil coincidir físicamente, sin embargo podemos ponernos de acuerdo y jugar de vez en cuando una pachanga mientras comentamos cómo nos va vida con nuestros viejos amigos. Por supuesto en esta era online también puedes conocer gente nueva y hacer amigos, como es nuestro caso, todo un placer haberte conocido Blade.

      Un abrazo amigo

  4. Voyevodus 19 julio, 2017 at 11:38 Responder

    Nintendo siempre ha apostado fuerte por el multiplayer y esa filosofía la hizo crear, además y a la larga, juegos sociales pioneros y potentes.
    Por eso estoy decepcionado con la no inclusión de ningún modo a pantalla partida en Splatoon 2. Más que nada porque es de lo poco decente que junto al Mario de octubre se espera en todo el año. He adquirido la Switch sobretodo por dos razones: Zelda y multijugador local para 4 jugadores. Para lo segundo, de momento el Mario Kart colma mis necesidades. Pero que no haya planes para ningún multiplayer local para 4 en lo que queda de 2017, más o menos potente, me preocupa. La primera parte de Splatton sí tenía pantalla partida. Hasta Nintendo sucumbe ante los modos online actuales.
    Quiero saludar al señor Blade, que hace mucho que no se le veía por aquí, y decirle que para los tiempos en los que se ambienta el relato (maravilloso por cierto) del señor Rubio, nuestro querido amigo ya era un voluntarioso fusilero de las tropas del ejército de Miyamoto.
    En la era PSOne/N64/Saturn ya se llevaban años tirando con bala a la velocidad del procesador de SNES o a la paleta de colores de Mega Drive según fuera tu bando jejejeje. Los gráficos siempre han sido importantes, pero a los límites que hemos llegado son exagerados y muchas veces hasta destructivos.
    Abrazo a los dos.

  5. Pit 23 agosto, 2017 at 23:29 Responder

    Joder tio me he emocionado y todo. También tuve la suerte de tener una N64, Tu historia se asemeja mucho a lo que yo también tuve la suerte de vivir. Y la conclusión final es simplemente genial y más de acuerdo contigo no puedo estar.

    Un saludo

    • RUBIO 24 agosto, 2017 at 08:03 Responder

      Hola Pit

      Me alegra que te haya gustado el relato. Estoy seguro de que como nosotros hay muchos jugadores que tuvieron la N64 y la recuerdan con mucho cariño gracias a su capacidad para «reunir» amigos y su pequeño catálogo maravilloso.

      Un saludo

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