En el fondo, de vez en cuando nos gusta el mero hecho de permanecer a la expectativa de un videojuego que nunca termina de salir. Experimentar esa incertidumbre, enterarse de un nuevo rumor, los típicos comentarios de los creadores publicados con cuentagotas hablando sobre el juego, que sirven para mantener la esperanza pero no aclaran nada. Todo esto, en ocasiones también forma parte de la sal de la vida en el mundo del videojuego. Un poco de emoción y de intríngulis de vez en cuando no está mal.
De hecho, ahora que por fin se ha confirmado el lanzamiento de The Last Guardian y la llegada de Shenmue III, después de esa alegría inicial al mismo tiempo se genera una especie de sensación de vacío. De pronto y después de tanto tiempo la espera termina, la duda desaparece y se acaba el pensar. Esa rutina de incertidumbre, que molesta pero al mismo tiempo también es cierto que engancha, nos hace un poco adictos a esa situación de constante curiosidad e inquietud. Durante todos estos años hemos maldecido cada vez que conocíamos algún detalle confuso relacionado con cualquiera de estos dos títulos. En el fondo era una forma de calmar un poco el ansia por saber algo más. De algún modo, hablar sobre ellos y de cuando en cuando recibir pequeñas gotas de información era algo que siempre nos hacía mantener la esperanza.
Catorce años esperando recibir noticias de Shenmue III y diez largos años de desarrollo en el caso de The Last Guardian. Mucho tiempo. Tanto que ahora estos videojuegos tendrán que lidiar con todas las expectativas acumuladas por el peso de sus nombres, su historia y con unos tiempos actuales cada vez más inciertos donde los videojuegos se desarrollan para las masas y no para el jugador de verdad.
Cada uno de ellos deberá enfrentarse a una dura realidad que quizá no esperaban. En el caso de The Last Guardian, con un lanzamiento previsto en 2016, Fumito Ueda podría volver a repetir con una obra maestra, uno de esos geniales videojuegos personales que sin embargo parecen condenados a ser aplaudidos y valorados por una minoría de sabios jugadores. Un título que hará uso del sistema de colaboración entre dos personajes que introducía ICO y la experiencia de interacción dinámica con grandes criaturas de Shadow of the Colossus. Recientemente el creador japonés aseguraba que el juego podría haber sido perfectamente posible en PS3, las limitaciones técnicas de la consola no han sido el verdadero motivo de toda esta larga espera.
Shenmue, una saga cuyo origen se encuentra en una de las consolas con más magia y encanto que hayamos podido jugar jamás, Dreamcast. La historia de Ryo Hazuki fue una aventura revolucionaria, dotada con una gran variedad de mecánicas jugables y uno de los primeros mundos abiertos que de verdad parecían tener vida propia. Una de las mejores obras que nos ha dado el videojuego.
Shenmue III llegará en diciembre de 2017 y en su desarrollo contará con muchos de los nombres del proyecto original. Yu Suzuki todavía nos hace esperar otros dos años, aunque ya puestos, poco importa si hay que alargar la espera un poco más. El problema de este juego, dejando a un lado la polémica de su financiación, puede ser el momento en el que aparece en escena. Si lo pensamos fríamente puede tener serios problemas a la hora de «llegar» al jugador, pues estaríamos hablando de un sandbox, otro más, un género que hoy en día es tendencia y donde la variedad y las posibilidades de algunos pesos pesados en el catálogo podrían, incluso, ridiculizarlo. Por supuesto esto es un detalle que a los fans de Shenmue poco nos importa. Bien que hacemos. Pero de buena tinta sabemos que en ocasiones la melancolía puede jugarnos malas pasadas. Quizá, y esto me pesa decirlo, el tiempo de Shenmue terminó hace mucho y tal vez sería preferible recordarlo como la gran estrella que fue en su día, cuando nuestra querida Dreamcast nos brindó una obra visionaria. El hecho de que su historia, injustamente inacabada, merezca ser concluida con la misma grandeza con la que nos sorprendió en su día y en un momento concreto de la historia del videojuego, puede cegarnos y no hacernos comprender la posibilidad de que hoy, sencillamente, pueda no ser lo mismo.
Por supuesto todo esto está por ver y no hay que dar nada por sentado. The Last Guardian promete una emotiva historia y un regalo para los sentidos. Shenmue III es más que un juego, es casi un símbolo, una deuda pendiente que se debe a toda una generación. Precisamente su recuerdo y ese valor es lo que podría jugar en su contra. Sea como sea, de un plumazo y en un E3 por fin se ha puesto fin a un largo recorrido de rumores, nervios e inquietudes. Esperemos que la espera haya merecido la pena.