De verdad, no hay nada como irte un sábado a comer a la casa del pueblo de un amigo, disfrutar de una barbacoa, de unas cuantas cervezas y del buen tiempo. Pero lo que no tiene precio es que en mitad de la sobremesa, tu amigo se levante de la mesa, vaya al garaje de su casa y regrese a la mesa sonriendo y sujetando una vieja mochila.
Todos aguardábamos expectantes, más aun cuando mi amiguete abrió la mochila y presentaba su contenido con estas palabras: «esto me lo regalaron por mi primera comunión, jugué un par de veces y la guardé porque me aburría, ya sabéis que a mi esto de los videojuegos no me va mucho…»
Nada más y nada menos que una flamante Super Nintendo, en un estado de conservación impecable, con el color original, nada de partes amarillentas o descoloridas. De hecho, al pasar la mano por encima todavía conservaba esa rugosidad propia de las consolas o los gamepads nuevos o con poco uso. Todo un puntazo la verdad.
A continuación, os podéis imaginar lo que ocurrió tras este inesperado reencuentro con la época de las 16 bits. Después del más que predecible «no hay güevos a ponerla en marcha » fue cuestión de minutos lo que tardamos en trincar una vieja tele y echar un vicio rápido al Super Mario Kart. Qué recuerdos y ¡qué shock! teniendo en cuenta que seguimos jugando a Mario Kart 8 de Wii U prácticamente a diario. Seguramente os podréis hacer una idea del impacto visual, al comparar mentalmente la primera con la última entrega de la veterana saga de carreras. Aún así, fue muy divertido echar una partideja y recordar viejos tiempos.
Llevados por la sorpresa del hallazgo de un Cerebro de la Bestia tan bien conservado y el subidón de ese inesperado viaje al pasado, o los efectos de los primeros cubatas de la sobremesa tal vez, seguramente sería una mezcla de todo, el caso es que terminamos probando todos los cartuchos que contenía la bolsa. Bueno, todos menos el FIFA 97.
Resultó divertido jugar al Super Mario Kart y al Street Fighter II, títulos míticos donde los haya, pero también fue interesante volver a probar Mega Man X, la entrega que dio el salto de NES a SNES. Un cambio tecnológico que se apreció, tanto a nivel visual como en la evolución de su protagonista, un robot de nueva generación con la posibilidad de sprintar, escalar y conseguir piezas para mejorar sus habilidades en su batalla contra los reploides.
Double Dragon V: The Shadow Falls. Además de no ser muy bien recibida en su momento, esta entrega sustituyó la clásica perspectiva de desplazamiento lateral por una experiencia 1 VS 1. Nos sorprendió comprobar lo complicado que era hacer descender la barra de vida del contrincante. Cada luchador tenía varios movimientos especiales y los llamados «Overkills», movimientos finales donde el personaje perdedor contaba con su propia animación de muerte única cuando era derrotado con un ataque básico de cierto tipo.
Durante una hora más o menos, estuvimos recordando gratamente a estos juegos. La verdad es que pasamos un rato divertido, y de paso, sumamos otra Super Nintendo en buen estado a nuestra colección.