Toda leyenda tiene un comienzo
Dicen que la cabeza es para las matemáticas y el corazón para los sentimientos. Si esto es así, después de haber superado y disfrutado infinidad de épicas batallas tanto en emocionantes campañas como en largas sesiones multijugador, a lo largo de toda la gran ópera espacial de Bungie, debo reconocer bien orgulloso que mi corazón se quedó para siempre en Reach junto al gran e inolvidable sacrificio del Equipo Noble.
Halo es una saga que no deja indiferente a aquellos que amamos el género de los disparos en primera persona. Puedes quererlo u odiarlo, no parece haber término medio pero sus importantes logros están ahí y no pueden ignorarse, pues hablamos de uno de los principales responsables de impulsar y revolucionar dicho género.
En 2001 Halo: Combat Evolved demostró que los buenos FPS también podían forjarse fuera de la jurisdicción prepotente y elitista del PC reinventando al mismo tiempo las normas del género. Halo 2 demostró que un online como Dios manda también era posible en una videoconsola y que un doblaje inapropiado podía hacernos chirriar los dientes. La llegada de Halo 3 supuso el cierre de la trilogía y mejoró muchos aspectos de la segunda entrega como IA y gráficos. Una vez más la historia se repetía y Bungie daba otro empujón a la segunda consola de Microsoft, Xbox 360, y de paso nos brindaba otro de los mejores momentos de toda la saga, la batalla contra los Scarab.
A menudo Halo 3: ODST tiende a ser menospreciado y marginado quedando recluido al último lugar, incluso algunos apuntan a que directamente nunca debería haber existido. Sin entrar en debates sobre esto, resultaba emocionante ponerse en el pellejo de los Orbital Drop Shock Trooper, ODST y lo que es más importante, interpretar el papel de un soldado normal, nada de Spartans, escudos recargables o la posibilidad de llevar un arma en cada mano. Esa sensación de mayor vulnerabilidad hacía al Covenant más peligroso que nunca.
Durante todos estos episodios hemos disfrutado del sello inconfundible de estos videojuegos: su estilo colorido y brillante, sus tiroteos únicos, el diseño de niveles, escenarios amplios que siempre ofrecen al jugador unos combates donde poder aplicar distintas soluciones tácticas en unos entornos donde la tecnología a menudo se funde con los parajes naturales, sus enemigos y su trabajada IA, un excelente multijugador y un sistema de físicas único que funciona con auténtica gravedad terrestre.
Sin embargo lo mejor siempre estaría por llegar, Bungie preparó minuciosamente y con mucho cariño una gran despedida de la saga en forma de una secuela que desvelaba los hechos acaecidos en Halo: Combat Evolved. Como bien dijeron sus creadores, con Halo: Reach quisieron cerrar un círculo y despedirse de la saga por todo lo alto poniendo toda su pasión en su último videojuego. Consiguieron su obra más ambiciosa y lo hicieron sin la ayuda del Jefe Maestro.
Es algo que sin duda puedes apreciar desde que da comienzo el juego, se respira pura épica por todos lados, característica que siempre ha estado muy presente a lo largo de la saga y en toda la campaña publicitaria que siempre se despliega ante el jugador con cada entrega. Sin embargo con Halo: Reach todo cobraba un matiz mucho más solemne y grandioso, la constante carga emocional acompañaba al jugador desde el minuto uno, desde que descendía del Pelican y ponía su bota en Reach junto al resto del Equipo Noble.
En el año 2552, el Covenant descubrió el planeta Reach. La UNSC puso en marcha una defensa sin precedentes contra la maquinaria bélica alienígena y, en el corazón de este conflicto, se hallaba el Equipo Noble, un grupo veterano de hábiles soldados preparados para plantar cara al enemigo. El jugador asumía el papel del miembro más reciente del equipo, Noble seis, y junto al resto de su glorioso pelotón afrontaría el mayor desafío que pudimos experimentar jamás en la saga Halo, la defensa de Reach hasta sus últimas consecuencias.
Nadie debería perderse este videojuego, una pieza que permite ser disfrutada sin necesidad de haber jugado las entregas anteriores, da igual que te guste poco o nada todo aquello relacionado con Halo o el Jefe Maestro. Halo: Reach es una obra maestra que nos cuenta una historia repleta de fuerza, calidad, compañerismo, épica y sacrificio. Todo un imprescindible de la generación anterior.
La historia del Equipo Noble no dista demasiado de cualquier otra gesta bélica que hayamos podido ver en películas como Salvar al Soldado Ryan o 300, historias ambientadas en épocas diferentes pero que comparten el elemento principal: pequeños grupos de valerosos héroes enfrentados a una fuerza mucho mayor. Su inferioridad no los doblega sino que causa un efecto contrario en ellos, su complicada tarea se convierte en un auténtico honor y llegado el momento no dudarán en sacrificarse uno a uno en pos de conseguir el objetivo de su misión.
Halo: Reach posee uno de los mejores finales que nos brindó la pasada generación, no sé si de los mejores que nos haya podido dar el videojuego pero desde luego es de los que no se olvidan. El desenlace de su historia no deja de ser la emocionante y sincera despedida de un estudio a su saga estrella.