Nacemos en la Tierra, pero nuestro destino no es morir en ella
¡Oh sí! esta vez sí que podemos decir que hemos salido contentos del cine y es que la última película de Cristopher Nolan nos ha conquistado completamente.
Interstellar se ambienta en un futuro no muy lejano donde nuestro planeta cada vez está más marchito y pobre de recursos. La verdad que esta puesta en escena no es muy original que digamos pues tanto cine como videojuegos nos han puesto en esta tesitura más de una y más de dos veces (sobre todo la gran pantalla), eso sin contar que en la realidad las personas poco a poco vamos acercándonos cada vez más hacia ese bonito destino.
La película nos cuenta la historia de un grupo de exploradores que hacen uso de un agujero de gusano para poder llegar a otros planetas habitables. Estos valientes astronautas con el propósito de superar los límites de nuestra raza se lanzarán al espacio para conquistar larguísimas distancias a las que abre camino el viaje interestelar. Dos horas y cincuenta minutos de ciencia ficción de la buena, de la que se aleja de tonos fantásticos para acercarse un poco más al realismo científico y aquello que podría ser posible algún día.
Se dice pronto, casi tres horas sin poder mear si te dieron ganas justo cuando pusiste el culo en la butaca pero lo cierto es que para nada se hace largo. Interstellar es diferente y no cae en los tópicos de este tipo de películas que nos cuentan la típica misión heroica al espacio tipo Armageddon.
Matthew McConaughey, un actor cada vez más interesante gracias a sus nuevos papeles y su deterioro físico.
Cine actual con calidad
La peli de Nolan nos ha gustado porque se distancia precisamente de eso, del clásico patriotismo yankee espacial donde un héroe besa a la chica antes de subirse a la nave para llevar a cabo una misión sin retorno mientras ese instante se ralentiza para potenciar aún más el dramatismo de dicha escena. Su imagen limpia y brillante transmite una estética futurista más creíble y cercana. Las escenas de acción para nada exageradas consiguen rebosar tensión y espectacularidad.
Interstellar está más cerca de 2001: Una odisea del espacio, transcurre de una forma ágil e inteligente manteniendo en todo momento el interés del espectador con estampas espaciales realmente bellas así como estupendas escenas de gran poder inmersivo. Los asfixiantes momentos a bordo de la nave, el inquietante silencio que reina en el espacio, instantes muy logrados que nos recordaron a Dead Space y sus escenarios con gravedad cero donde Isaac Clarke tenía un tiempo limitado para operar en ellos.
Ayuda mucho a que el espectador parezca que está allí el hecho de que apenas haya melodías durante toda la película, centrándonos en los sonidos embotellados de la nave, los diálogos a través de las escafandras de los protagonistas y en el curioso diseño del robot ayudante de la tripulación. Solamente en aquellos momentos dónde más se busca potenciar la tensión y mimar las emociones del espectador aparece un siempre genial Hans Zimmer firmando las emocionantes melodías de Interstellar. Una película que nos ha gustado de verdad.