Un día como hoy de 1998 se lanzaba en Japón aquella inolvidable consola de color blanco llamada Dreamcast, nombre en clave Katana, la última consola que Sega lanzaría al mercado.

Aún recuerdo el día del lanzamiento en España, allí estaba un servidor haciendo cola en una larga fila para recogerla en el Centro Mail de Callao, en Madrid (hoy Game) y ¡en muletas! (unos días antes me había hecho un esguince haciendo el cafre con unos amigos) A la mente me vienen imágenes y recuerdos de aquel día, como las azafatas con el logo de Dreamcast que se recorrían la extensa cola ofreciendo chocolate caliente y algunos bollos a la gente bajo una incesante lluvia. Tuvimos que esperar unas cuántas horas pero desde luego que mereció la pena.

Dreamcast era un máquina soñada cuya vida fue idéntica a la de una estrella fugaz. Inolvidables todos los buenos ratos que esta videoconsola ofreció (y ofrece a todos aquellos sabios que aún la conserven) al igual que cada uno de sus videojuegos. Títulos como Soul Calibur, Shenmue, Toy Commander o Metropolis Street Racer son solo algunos de los juegos que encabezan un extenso catálogo único y personal difícil de olvidar por el jugador.

También nos brindó la oportunidad de disfrutar de toda aquella retahíla de lujo compuesta por los mejores títulos para recreativa, los cuales sirvieron para despedir por todo lo alto estos salones que tantas horas de entretenimiento ofrecieron, con juegos como Crazy Taxi, Virtua Tennis, Silent Scope, House of the Dead 2 o Ferrari 355 Challenge. Por supuesto también hay que recordarla como una de las primeras consolas en impulsar el juego online con títulos como Quake III Arena, Unreal Tournament, ChuChu Rocket! y Phantasy Star Online.

De Dreamcast lei en una ocasión una gran verdad y es que era una máquina hecha con auténtico amor. Una videoconsola única con la que resultaba muy raro que llegaras a aburrirte con alguno de sus videojuegos. Qué gran verdad.

Imagen: museo8bits.com